La vida a menudo no cumple con nuestras expectativas, lo que nos lleva a la frustración y la decepción. Podemos esperar un resultado, pero encontrarnos con algo completamente diferente, lo que crea una brecha entre lo que esperábamos y lo que experimentamos. Esta brecha puede llevarnos a cuestionar a Dios, nuestra fe y nuestra esperanza. Pero a través de historias como la de Lázaro y Job, aprendemos que Dios no se dedica a cumplir expectativas, sino a superarlas.

‍El poder de Dios para actuar supera nuestra capacidad de pedir

1. Esperanza y expectativa

La fe crece a través de la esperanza y la confianza en el tiempo de Dios. Las expectativas positivas pueden alimentar la fe, mientras que las expectativas no cumplidas pueden llevar a la decepción. A menudo, esperamos algo específico de Dios, pero nos encontramos limitándolo a un solo resultado en particular. Cuando no lo vemos actuar tal como esperábamos, podemos sentirnos frustrados y decepcionados: ¿dónde estaba Dios? La verdad es que Dios siempre está trabajando. Puede que no siempre lo veamos actuar o entendamos su plan, pero Él tiene algo más grande en mente.

2. La perseverancia y el gozo

La historia de Job es un poderoso ejemplo de cómo soportar el dolor y la desilusión sin perder la fe. Incluso en su sufrimiento, Job declaró: “Aunque él me mate, en él esperaré”. A pesar de la inmensa pérdida, siguió confiando en Dios, lo que nos muestra que nuestra esperanza puede permanecer, incluso en medio de la lucha. La perseverancia es la capacidad de confiar en que Dios está obrando, incluso cuando no podemos verlo.

Posiblemente, la mayor fuente de frustración en la vida son las expectativas incumplidas. La diferencia entre lo que esperábamos y lo que experimentamos a menudo nos lleva a dejar de esperar. Pero hay una invitación a la fe en medio de la frustración. No reduzcas tus expectativas; aumenta tu fe. Dale a Dios algo que pueda superar. Dios puede hacerlo, la pregunta es: ¿puedes creerlo?